La creencia en que la forma piramidal posee misteriosas energías geológicas y astrales no solo es una de las más antiguas, sino  quizá la más extendida en la gran mayoría de las civilizaciones del mundo.

La discusión sobre el poder mágico de las pirámides resurge cada cierto tiempo a lo largo de la historia, ya sea por parte de antropólogos disidentes de la egiptología oficial o de ocultistas y gurús mediáticos que reivindican su inexplicable magnetismo cósmico desde luego la más citada y conocidas son las pirámides que se alzan en el valle de Gizeh, en Egipto, cuyo esoterismo se ve beneficiado  por el mercado hermetismo y la presunta sabiduría astronómica de los sacerdotes de Amón-Ra. Pero la civilización faraónica no tuvo la exclusiva en la construcción de monumentos piramidales, sino que fue más bien la culminación de un arte existente en otras culturas, siempre  con una finalidad mágica o sagrada.

LOS ZIGURATS

En culturas tan distantes como las de la India, Mesopotamia, el Sudeste asiático o la América precolombina, aparecen monumentos en forma de pirámide escalonada, que los babilonios llamaron “zigurats”. En todos los casos esas construcciones se destinaban a altares, templos, mausoleos reales o residencia de los dioses cuando visitaban a los mortales. La coincidencia en el empleo de la pirámide por civilizaciones que no pudieron tener contacto o influencia entre sí, tiene una explicación esotérica en el recurrido mito de la Atlántida. Aquella civilización sumergida poseía una sabiduría superior que incluís al dominio  de los secretos de la pirámide. Tras la catástrofe que la hundió en el océano, los supervivientes habrían trasmitido ese secreto y las técnicas de construcción a una y otra costa del atlántico.

LOS ARQUITECTOS EGIPCIOS

Las pirámides egipcias más antiguas seguían el modelo escalonado de los zigurats, aunque su construcción fue anterior a cualquier contacto con Mesopotamia. La primera de ellas fue construida durante la III dinastía por el arquitecto Imhotep, superponiendo sepulcros rectangulares. Ya  entonces los vértices de aquel rustico zigurat estaban exactamente orientados hacia los cuatro  puntos cardinales. En la dinastía siguiente el sacerdote y arquitecto Snefru consiguió que las caras de sus pirámides fueran totalmente lisas, creando el modelo arquetípico de la pirámide egipcia. Paralelamente se establecieron las cualidades mágicas y cósmicas de esas construcciones, sabiamente orientadas según las posiciones de los astros. Las  más celebres son las tres pirámides del valle de Gizeh, cerca de El Cairo, protagonistas de una serie de mitos y leyendas que refrendan su poder esotérico.

LOS TEMPLOS DE TENOCHTITLÁN

Los aztecas eran una tribu originaria del norte de México, que emigro hacia el sur en el siglo XIV y construyo una gran capital sobre una isla del lago Texcoco. Esta inmensa ciudad, llamada Tenochtitlán, posiblemente la más grande de todo el  mundo en su época, sufrió en 1499 una poderosa inundación y fue cubierta por las aguas del lago. Apenas finalizada su reconstrucción, los conquistadores españoles volvieron a destruirla en 1521. Pero su conjunto religioso monumental llamado Teotihuacán, resistió todas estas vicisitudes y aun hoy se puede visitar. Sus principales monumentos son dos grandes pirámides, una al norte dedicada a la Luna, y otra al levante, dedicada al Sol. Al este de México fue encontrada una pirámide mucho más antigua que las de Teotihuacán, en la región de Cholula.

En culturas tan distantes como las de la India, Mesopotamia, el Sudeste asiático o la América precolombina, aparecen monumentos en forma de pirámide escalonada, que los babilonios llamaron “zigurats”.

Algunos estudios radiestésicos atribuyen a las pirámides una energía electromagnética que emite rayos que interactúan con radiaciones astrales, produciendo fenómenos paranormales que aún no han sido explicados.

Las pirámides egipcias presentan similitudes en sus proporciones y orientación con las precolombinas, como esta de Uxmal, antigua ciudad maya del Yucatán.